Cansada de dar vueltas alrededor
de la pileta, me senté a un lado de esta. Saque mi celular. Por lo menos si
lograba comunicarme con alguien por facebook, mi estado de ánimo no empeoraría.
Estaba concentrada en lo que hacía. De pronto sentí que mi cuerpo caía
lentamente hacia atrás, trataba de sujetarme pero no podía. Un hombre me
sostenía de ambos hombros, pero no evitaba mi caída.
¡Tonto! ¡Mira lo que
hiciste! - Grité molesta. Mojada de pie
a cabeza y con el ceño fruncido. Lo maldecía entre dientes. Mi día no podía ser
peor. Me levante observando como mi ropa había quedado arruinada gracias al
descuido de aquel hombre.
Lo siento – dijo rápidamente
mientras ayudaba a levantarme – Lo siento – repitió –
Su cara pequeña y sus ojos
rasgados. Sus labios rosados y carnosos. Era precioso. Nos quedamos en silencio
por un rato. Ambos nos mirábamos y rápidamente agache la cabeza.
Deberías de tener más cuidado –
dije seria. Estaba saliendo de la
pileta, el me pego a su cuerpo y me beso por unos largos segundos - ¡Hey! –
exclame y lo bote. Cayó al agua de nuevo.
Había salido de la pileta. Seguía
mirando horrorizada mi ropa. No sabía qué hacer. El se levanto por segunda vez.
Tenía que hacerlo. Me seguían.
Por favor, acepte mis disculpas – agrego con arrepentimiento – Prometo darle
una recompensa –
No me interesa nada. Solo aléjese
de mí – dije respetuosa. El parecía mayor. Y no le quitaba lo apuesto.
Di la media vuelta y seguí mi
camino sin mirar atrás. El me sujetó fuerte del brazo, me jalo a su lado.
Por favor, tiene que escucharme –
suplico casi de rodillas – Solo quería alejarme de ciertas personas que invaden
mi privacidad –
Yo buscaba eso hasta que usted
llegó – le dije - Nadie deja de mirarme,
y ahora peor –
Quieta, y muda. Qué estúpido. Tome un poco de aire.
Te disculpo – dije finalmente –
Gracias por hacer de mi día diferente – agregue más calmada. El solo expresó
una mirada de confusión. Y no era necesario que me entienda.
¿La puedo ver de nuevo? - me pregunto –
Lo mejor será que no. No puedo
hacerlo – respondí – No hasta que descubra mi destino y el camino que debo seguir.
Me llamo Leeteuk. Comuníquese
conmigo cuando guste – me entrego un papel con su número de teléfono y la dirección
de una casa - Le debo mi vida –
¿Leeteuk? Dios me dijo en sueños
que así se llamaba mi ángel – le dije sonriendo. Era un momento especial –
Dios nunca te abandonara –
Se despidió de mí con un cálido
abrazo. Aun tenía su olor impregnado en mi piel. Sus labios que rosaron con los
míos.
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