martes, 18 de septiembre de 2012

Leeteuk, mi ángel (Shot)

Esa persona que tanto amaba, no me acompañaba y me dejo ir. Solo sentía lastima por mí. Mis sentimientos le causaban gracia, era su motivo de burla. Mis mejores amigas decían que me olvide de él. Quería estar con él, hasta que decidí partir.

Cansada de dar vueltas alrededor de la pileta, me senté a un lado de esta. Saque mi celular. Por lo menos si lograba comunicarme con alguien por facebook, mi estado de ánimo no empeoraría. Estaba concentrada en lo que hacía. De pronto sentí que mi cuerpo caía lentamente hacia atrás, trataba de sujetarme pero no podía. Un hombre me sostenía de ambos hombros, pero no evitaba mi caída.  

¡Tonto! ¡Mira lo que hiciste!  - Grité molesta. Mojada de pie a cabeza y con el ceño fruncido. Lo maldecía entre dientes. Mi día no podía ser peor. Me levante observando como mi ropa había quedado arruinada gracias al descuido de aquel hombre.

Lo siento – dijo rápidamente mientras ayudaba a levantarme – Lo siento – repitió –

Su cara pequeña y sus ojos rasgados. Sus labios rosados y carnosos. Era precioso. Nos quedamos en silencio por un rato. Ambos nos mirábamos y rápidamente agache la cabeza.

Deberías de tener más cuidado – dije seria. Estaba  saliendo de la pileta, el me pego a su cuerpo y me beso por unos largos segundos - ¡Hey! – exclame y lo bote. Cayó al agua de nuevo.

Había salido de la pileta. Seguía mirando horrorizada mi ropa. No sabía qué hacer. El se levanto por segunda vez.

Tenía que hacerlo. Me seguían. Por favor, acepte mis disculpas – agrego con arrepentimiento – Prometo darle una recompensa –

No me interesa nada. Solo aléjese de mí – dije respetuosa. El parecía mayor. Y no le quitaba lo apuesto.

Di la media vuelta y seguí mi camino sin mirar atrás. El me sujetó fuerte del brazo, me jalo a su lado.

Por favor, tiene que escucharme – suplico casi de rodillas – Solo quería alejarme de ciertas personas que invaden mi privacidad –

Yo buscaba eso hasta que usted llegó – le dije  - Nadie deja de mirarme, y ahora peor –

Quieta, y muda. Qué estúpido. Tome un poco de aire.

Te disculpo – dije finalmente – Gracias por hacer de mi día diferente – agregue más calmada. El solo expresó una mirada de confusión. Y no era necesario que me entienda.

¿La puedo ver de nuevo?  - me pregunto –

Lo mejor será que no. No puedo hacerlo – respondí – No hasta que descubra mi destino y el camino que debo seguir.

Me llamo Leeteuk. Comuníquese conmigo cuando guste – me entrego un papel con su número de teléfono y la dirección de una casa -  Le debo mi vida –

¿Leeteuk? Dios me dijo en sueños que así se llamaba mi ángel – le dije sonriendo. Era un momento especial –

Dios nunca te abandonara –

Se despidió de mí con un cálido abrazo. Aun tenía su olor impregnado en mi piel. Sus labios que rosaron con los míos.  

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