Estarás bien allá – me dijo sonriendo – Vas a conocer nuevas personas y te gustara mucho. Estoy seguro que
todo irá bien. Eres una persona bendecida –
Mis ojos brillaban y…la ilusión
bordeaba aquel hermoso ambiente. El y yo, sentados en nuestro lugar favorito,
donde nos reuníamos en secreto. No era una relación en secreto, pero la amistad
que conseguimos construir no lo sabía nadie.
Solo necesitaba escuchar una
frase que permita quedarme y deshacerme de tal plan. Mis cinco sentidos atentos
a cada uno de sus expresiones, palabras. Quería encontrar como sea esa razón,
pero fue intento fallido.
Me tengo que ir – dije
levantándome de la banca de madera – Se hace tarde y todavía no termino de
empacar - Eche camino a la salida –
¡Espera! – Escuche su voz, y sus
pasos en mi dirección. Voltee y el agacho la cabeza con una mirada triste –
Suerte en tu viaje – dijo finalmente –
Ah, era eso.
Muchas gracias – le dije – Seguro
que si – trate de sonreír -
¿Te puedo abrazar? – Pregunto
tímido - No suelo hacer esto, pero…
No te preocupes. No lo hagas si
no quieres… - le interrumpí –
Me abrazo, y muy fuerte. Escondió
su cabeza entre mi hombro y mi cuello. Susurro “Gracias por ser mi amiga.
Gracias por esta oportunidad” En ese momento me hacía
tantas preguntas, pero él no ayudaba a responderlas. Se había convertido en un
gran amigo, que antes se comportaba como un idiota. Correspondí el
abrazo, y fue todo lo que hice.
Nunca dejare de ser tu amiga, te
escribiré – agregue en un tono frio, pero consolador –
Nos soltamos, me despedí y seguí
mi camino a casa. Fui sin la frase que esperaba oír.
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