lunes, 29 de octubre de 2012

Soñar es perseverar


Érase una vez una niña llamada Karina que desde muy pequeña le gustaba dibujar historias en un boceto que le había regalado su mamá. Lo más sorprendente es que ella en sus dibujos reflejaba sus sueños. Defender a sus amigas cuando otras chicas más grandes las trataban mal. Cuidar y rescatar a las mascotas cuando estaban en peligro.

Un día Estefany, su mejor amiga, la llamó porque su perrito estaba atrapado entre las ramas de un árbol. Karina fue corriendo con la ilusión de rescatarlo, pero cuando llegó al parque se dio cuenta que no alcanzaba ya que era muy alto. Le dio mucha pena, sus sueños solo se quedarían en los papeles blancos que finalmente se convertirían en un recuerdo más. Dejo de dibujar por un largo tiempo.

 Nada la animaba, ni ver a su pequeño perrito Peluchin jugar por el patio de su casa. A penas y lo sacaba a dar una vuelta. Ese perrito que tanto despareció mientras ella miraba los alrededores del parque. Regreso a su casa muy triste y más apenada. Su mejor amigo ya no estaba con ella para calmar su dolor. Cuando dormía, entre sueños escuchaba a su mascota llorar. Lo imaginaba en un rincón con frio y  solo. Sin comida, sin compañía.

Para la sorpresa de Karina su querido perro no era el único que había desaparecido. Los perritos de su barrio extrañamente también habían desaparecido.

La pequeña niña salió a la calle con su mamá. El cielo era color plomo, y a penas se escuchaba el maúllo de los gatos. Las casas habían cambiado, parecían no tener vida, ni sentido.

-Quiero que mi perrito regrese a casa – le dijo a su mamá.

-Pronto, hija, pronto – la señora trato de calmar a su hija.

-Pero ya no hay más perritos en la calle ¿Por qué no llaman a la policía? – preguntó.

-Ya lo hicimos, pero no vienen – respondió apenada.

-Deben salvarlos, Peluchin seguro esta triste.

-Paciencia Karina.

La pequeña no entendía porque nadie se hacía cargo de la desaparición de los perritos. Ella se alejo de la conversación de adultos que escuchaba y no entendía. Como todo niño, se sentía perdida entre los grandes.
Vio a un señor muy misterioso, llevaba un saco y gorro color negro. Tenía un perro muy pequeño entre sus manos. Está intrépida niña lo siguió sin que este hombre se diera cuenta.

-¿Dónde vas? – le pregunto su primo a la pequeña Karina. Asustándola por la espalda.

-¡Shuuuu! No hagas bulla – le dijo – Estoy siguiendo a ese señor – agregó.

-Te acompaño. No puedes ir sola por la calle.

Ambos fueron detrás del señor, quien entraba a una casa y miraba a su alrededor. Un perrito salió corriendo, pero lo atrapó y lo metió de nuevo a su casa. Era el secuestrador de perros. Karina no quería quedarse atrás y fue por el callejón.

-No vayas, ese hombre te puede hacer daño – le dijo su primo.

-No tengo miedo – sentenció Karina.

-Voy a ir por ayuda ¿Sí? Y promete que me vas a esperar acá.

-Pero… está bien.

Engañó a su primo porque cuando este se fue, ella siguió su camino hacia la casa del secuestrador de perros. Agarró una piedra y la escondió en su espalda. Tocó la puerta de madera. El hombre cuando abrió la puerta estaba serio.

-¿Qué quiere? – dijo el hombre amargo.

-Vine si podría regalarme un perrito.

-No tengo perros ¡Váyase!

-Sí, si tiene, yo lo vi.

-¡Vete! – gritaba el hombre mientras empujaba a Karina.

-No me empuje – se quejó.

Ella aprovechó que el hombre se agachó y le tiro la piedra en la cabeza. Entro a la casa y vio a muchos perritos pero no el suyo. Siguió buscando por el patio principal hasta que escuchó un ladrido muy familiar. Ahí estaba su pequeño Peluchin, ella lo había rescatado. Minutos más tarde su primo llegó con los policías y los perritos regresaron con sus dueños. Su mamá la abrazó fuerte, su papá la cargó y le dio un beso en la mejilla demostrando el orgullo que sentía por su hija.

Karina sabía que si perseguía sus sueños podía hacer lo que ella quería. Si no pudo rescatar al perrito de su amiga, fue un obstáculo más de la vida. Cuando rescató a su perrito empezó a dibujar de nuevo. Sus hazañas ya no eran parte de un boceto. Y podía creer de nuevo. Porque creer no es solo una palabra. Porque no puedes quedarte sentada y esperar. Porque no puedes dejar de soñar. 

jueves, 25 de octubre de 2012

Cristal

Los sueños se desvanecen y las estrellas desaparecen. Solo quieres respirar con tranquilidad y necesitas oxigeno artificial para seguir con vida. Porque tiemblas de frio y no hay calor humano a tu lado. Alone, sola, en cualquier idioma el sentimiento es el mismo.

El espejo, ese objeto te mira con ironía. Tú le sonríes a medias. La broma no se terminó, te sigue por todos lados. Y busca una sola cosa; molestarte.

Porque no quiere despertar de ese sueño. No quiere perderte, te abraza con fuerza y las lágrimas humedecen sus mejillas.

Ella te está odiando y quiere deshacerse de ti. Quiere ser libre y romper las cadenas que solo le impiden vivir. Porque vivir es un lujo que no se pueden dar hoy en día. Sobrevivir, es la meta mediocre del hombre actual.

No mientas, no soy bonita. No quiero romper ese cristal. No ante tus ojos mentirosos. No ante tu vista dulce y estúpida. Tu hipócrita quedaría al descubierto gracias a tu mentira.